Cómo superar la frustración

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Cuántas veces no te habrás sentido con la sensación de estar saturado, agobiado, sensación de no parar, de siempre tener que estar “luchando”. Con el agobio de por medio de querer hacer que todo y todos estén bien. La dependencia del temor a soltar y ver que lo que pueda acontecer no dependerá de uno, el pavor de soltar y no saber lo que acontecerá. Por eso hoy vamos a hablar sobre cómo superar la frustración.

La frustración se trata de un miedo que nace, en muchos casos, por el propio control autoimpuesto. Querer que todo esté en orden, en un universo en el que el orden es ilusorio. ¿Acaso un día es igual a otro? ¿Acaso se está igual (anímica o físicamente) todos los días? NADA puede ser atado y hacer que permanezca inmóvil, inalterado, igual. Lo iremos desarrollando más adelante, pero para superar la frustración, es muy importante la ADAPTACIÓN y el CONFIAR. 

Para que estas dos palabras no sean sólo palabras, sino que tomen forma física y se puedan accionar, y podamos manejar la frustración de forma correcta, se puede actuar desde varios lugares:

  • Desde la lucha o la frustración, generalmente con uno mismo o el entorno.
  • O desde la amabilidad de permitirme ir explorando y descubriendo a cada paso.

Mayoritariamente, se suele tener más una conducta que nace de la rabia, frustración, agobio, etc., y del autocastigo por no estar haciéndolo todo lo bien que uno cree que podría hacerlo. 

Sin embargo, tengo una noticia. La realidad y la vida no juegan a este juego. Aunque nosotros nos empeñemos que así sea. La propia vida, busca y permite que cada día podamos ir descubriendo un pedacito más allá nuestro, conociéndonos y descubriéndonos. Para descubrir esto se requiere cierta paz, de forma que así nazca la comprensión. 

Desde la rabia, la frustración, el agobio… ¿A dónde le lleva a uno? ¿Qué se puede acaso ver? Siéntela, es necesaria, pero después déjala ir, y simplemente adéntrate y descubre qué puedes ver para cogerlo y aprender de ello. ¿Es fácil? ¡¡Para nada!! Pero sí que es un camino amigable y sin tanto sufrimiento.

La frustración y el agobio nace de un estado mental en el que se tiene la sensación de no poder sostener o no poder sobrellevar lo que está pasando. Pero, ¿es real? Este estado, se traslada a una emoción en la que la comprensión se queda por el camino. Dicha emoción toma el total control de todo tu ser. Se vuelve todo nebuloso y no hay prácticamente capacidad de acción.

 

Consejos para superar la frustración

Vamos a ver ahora cómo superar la frustración. Si alguna vez lo has sentido, ¿has permitido rebajar esta intensidad? Prueba a desfocalizar el problema. Toma distancia apartándote de la situación. Lleva tu atención a un aspecto más global fuera de la problemática que estás viviendo. ¿Qué sucede? No será automático, pero si lo haces, la intensidad de la emoción baja radicalmente y disfrutarás de una mejor tolerancia a la frustración.

Cada momento y cada persona contará con su herramienta para hacerlo: escribir para vaciar, llorar para dejar ir, pasear para oxigenarse, respirar conscientemente para aterrizar, parar, llevar la atención hacia sí apaciguando la agitación de la mente; Chi Kung (Qi Gong), por ejemplo. Cualquier opción que a ti te sirva, es válida.

Una vez lo hayas conseguido, la intensidad de la emoción haya bajado, la frustración se verá y se respirará diferente. Pues, aparece cierto grado de claridad ante el cual se pueden abrir multitud de opciones: mañana lo veré, pero antes necesito descansar, se comprende que hay opciones diferentes a las planteadas en un inicio, etc. Pero siempre hay una cosa común: ADAPTARSE.

 

Comprender la frustración

Desde la frustración hay cierta parálisis por no ver/saber qué hacer. En el momento en que estos sentimientos disminuyen, uno comprende que habrá opciones, pero seguramente difieran de las que uno había pensado o deseado. Ello da lugar a que ante algo que se creía de una determinada manera, con el deseo de que no se viese alterado, la realidad manifiesta un cambio. Dando lugar a que se pueda dar ese cambio adaptándose a él.

Insisto, será algo diferente a lo ideado, planificado e incluso organizado por uno. De ello se trata de comprender que está bien tener una idea del plan de carretera, pero la carretera contiene multitud de senderos por los que transcurrir. Todos esos senderos, son en sentido de avance.

La adaptación implica a su vez RENDICIÓN. Rendirse ante el hecho de que lo que acontecerá no depende en muchísimos casos de uno, de que la forma y el tiempo serán seguramente de otra forma a la que se había pensado, pero no por ello significa que no sean incluso mejor opción para uno.

Frecuentemente, sucede que nos atamos a una forma fija (idea de cómo debiera/tuviese que ser) y pareciera ser que lo que se escapa de esa forma no es bueno. Generalmente, lo mejor está más allá de nuestra idea preestablecida. Se abre ante un gran abanico de posibilidades desconocidas.

Por su parte, la rendición está muy vinculada con el SOLTAR. Ello implica no perfección ni autoexigencias. Pues todo está y estará bien, pero de una manera que muchas veces uno no comprende de entrada, pues se escapa del estado mental que comentábamos en un inicio.

Soltar tampoco es un acto que resulte sencillo de entrada. Implica abrirse ante algo desconocido. Y generalmente, ¿en qué grado gustan los cambios? Más bien tirando a poco o nada. Sin embargo, si no hay ese soltar amarres, el barco nunca podrá zarpar hacia nuevos horizontes, permanecerá siempre fijo en el mismo lugar. Con ello quiero decir que solamente soltando, será posible entonces que se produzca el cambio. En ese soltar, es cuando puede aparecer la lucha interna ante lo que se tiene y lo que se quiere. Puede incluso aparecer una lucha entre tus dos mitades, entre la personalidad que quiere ese cambio y la que le genera cierto pavor (consciente o inconsciente) esos nuevos pasos a seguir. Esta agitación interna, esta incomodidad, es maravillosa. Y dirás te has vuelto loca Mónica… A lo cual te respondo que creo que de serie ya lo era un poco  😛  

Cuando digo que es maravillosa esta incomodidad me refiero a que, si te permites vivirla, será el gran paso hacia el inicio del cambio. Cuando lo que hacemos es evitar la incomodidad de determinadas emociones, recurrimos a taparlas, a no quererlas ver, a poner ruido, para no escucharlas, etc. No por ello significa que no estén, nos creemos durante un tiempo limitado que no están, pero en el momento en que haya silencio, que tengas un poco de tiempo para ti,  aparecerán. Lo harán para recordar que deben ser atendidas. Solamente atendiéndolas, podrás desprenderte de ellas y avanzar hacia la dirección que te están orientando. La emoción que incomoda nos da una información de incalculable valor: actúa, pues uno no está cómodo y si se perpetúa cada vez será mayor la incomodidad interna.

Tal como puedes ver, son muchos los engranajes internos que hacen que actuemos y respondamos de una manera u otra ante determinadas vivencias. Muchos son patrones conductuales que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida, y como tal nacen prácticamente de manera automática. De ahí la importancia de comenzar a ser consciente de cómo pensamos y sentimos para poder comenzar a accionar las piezas necesarias para producir el cambio que deseamos.

Confío te haya sido de interés y utilidad el artículo para comprenderte un poco más y tener herramientas sobre cómo superar la frustración y manejar el agobio.  ☺  

Si en tu caso consideras que necesitas adentrarte más, no dudes en contactarnos para informarte sobre el servicio de gestión emocional que se adaptará totalmente a dar respuesta a tus necesidades. 

Aprovecho para avanzarte que durante el mes de agosto y probablemente septiembre nos daremos una pausa por aquí en el blog, pues en nada vamos a ser papás. Hasta bien pronto, ¡te deseo un fantástico verano!

Mónica Larruy. Julio 2022.

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