Intolerancia al gluten y celiaquía

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El gluten resulta intolerante para un altísimo porcentaje de los seres vivos de este planeta. A todos los seres vivos, les inflama. En 1964 ya se publicaba el empeoramiento de enfermedades neurológicas con el consumo del gluten. Respuesta neuroinflamatoria producida en el 100% de las especies con cerebro.

Tiene mucha facilidad para traspasar la pared hematoencefálica. Lo cual se convierte en un factor de riesgo en enfermedades como el Parkinson, Alzheimer, Esclerosis Múltiple, autismo, TDAH, anorexias nerviosas, estados de ánimos depresivos… Todo ello causado por la respuesta neuroinflamatoria que genera el gluten.

Celiaquía y predisposición genética

Para determinar que una persona es celíaca no se puede determinar únicamente por la presencia de anticuerpos transglutaminasa, se tiene que realizar una prueba genética. Puede darse el caso que a la persona  no le hayan realizado una prueba genética y sin embargo haya una respuesta de rechazo a nivel inmunológico, metiéndolo dentro de la etiqueta de “celiaquía”. Es decir, no hay que confundir la intolerancia al gluten con la celiaquía. Esta última es una hiperreactividad del cuerpo frente al consumo de gluten, y debe determinarse siempre con una prueba genética. Además, en estos casos se debe evitar la contaminación cruzada en la cocina a toda costa, ya que las trazas dañan el organismo.  

Intolerancia al gluten

Por su parte, la intolerancia al gluten no provoca una reacción tan extrema en el organismo. Genera malabsorción debido a la alteración de la mucosa del duodeno proximal. Los principales síntomas son diarrea, estreñimiento, flatulencias, dolor abdominal, fatiga, dolor de cabeza, náuseas. Aunque los síntomas pueden ser parecidos a la celiaquía, la respuesta del cuerpo no es tan extrema, y mejora en cuanto se retira el gluten de la dieta sin más. 

¿Por qué aparecen los anticuerpos antiglutaminasa?

Un anticuerpo es una sustancia que produce nuestro sistema inmunológico. Por ejemplo, los linfocitos B son los encargados de producir una respuesta muy activa de anticuerpos. A ellos les llega un pedazo muy pequeño de la proteína (un pequeño péptido), detectándolo y produciendo una respuesta en cadena de los anticuerpos. Pero para llegar aquí, se ha tenido que pasar todas las barreras inmunológicas.

Se puede tener una inflamación en la mucosa y no tener fiebre. Y es que, cuando se activan los linfocitos ya se ha llegado a una respuesta agresiva a nivel de inmunología. Esta respuesta es la que genera mayor consumo. Por lo que en un primer momento, no va a dar este tipo de respuesta. Sino que antes se va a dar la inmunología innata: neutrófilos y monocitos. 

Los monocitos cuando se activan y se convierten en macrófagos, son los mismos que se encargan de regenerar el tejido en los procesos inflamatorios. Los neutrófilos dan la respuesta más rápida y activa, son los más abundantes en el torrente sanguíneo y son los que intentan hacer la primera pantalla de defensa ante cualquier respuesta inflamatoria, ante bacterias o virus. La primera respuesta la dará los neutrófilos. Los neutrófilos son tan agresivos porque tienen una respuesta quimiocítica; generan sustancias químicas que van a degradar a los virus, las bacterias… Pero también nos van a degradar a nosotros, a nuestro tejido. Por ello, la respuesta debe ser rápida para dar paso a los monocitos para que vayan bajando respuesta para que la inmunología quede desactivada resolviendo la problemática.

Si éstos están trabajando de manera constante; algunos alimentos que van degradando la mucosa, neutrófilos y monocitos van activándose permanentemente en la mucosa del digestivo, y si encima se está comiendo 5 veces al día = problemón. La constante introducción de sustancias inflamatorias, como el gluten, acabará dando sensibilidad.

Cuando al final no se puede contener, por la alta inflamación que se está dando, empieza a:

  • Acumularse los monocitos en el intestino delgado. Comenzando a provocar las inflamaciones típicas que ocurren por la tarde-noche. Se infla el vientre, como dos tallas. Empieza a acumularse grasa.

El monocito va a intentar ir limpiando la “porquería” que se va acumulando  en el tejido graso intravisceral. 

  • Si continúa introduciéndose gluten. No se podrá más, y se necesitará una respuesta más activa, más agresiva. Es pasado a la respuesta de anticuerpos para intentar eliminar el gluten.
  • Al generar anticuerpos, cada vez que hay una entrada de gluten se dispara la respuesta de producción de anticuerpos transglutaminasa. Este es el proceso final de toda la cadena inflamatoria, degradación de mucosa, etc.

En este punto, al estar muy altos los anticuerpos se cataloga a la persona ya como celiaquía conllevando que no se haga una prueba genética, por que se considera erróneamente que no hace falta. Sin embargo, sí que es necesario. Pues probablemente no sea celíaca, sino que tiene una respuesta de rechazo tan alta inmunológicamente por las inflamaciones y el cansancio fisiológico que no han colaborado. Por lo que hay una inflamación generalizada, alterándose así el PH  de las mucosas. Pudiendo llegar a crecer, entre otras, las cándidas. Ante ello, frecuentemente me encuentro con que se ha dado un abordaje que se centra en evitar azúcares e hidratos, olvidándose de dar respuesta a nivel inmunológico y de tratar las mucosas por lo que no se dará respuesta al problema.

Cuando la persona deja de consumir gluten, la inflamación desaparece. Los anticuerpos dejarán de irse produciendo, pues ya no hay contra qué “luchar”. Juntamente con una correcta alimentación será necesario dar respuesta desde la medicina tradicional china (acupuntura y digitopuntura) para favorecer una correcta respuesta inmunológica y con el fortalecimiento de la mucosa intestinal.

Julio 2021.

 

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