Vivimos en unos momentos en que se ha instaurado el verbo del hacer desde el YA. Se elimina toda posibilidad de parar y analizar si es AHORA el momento más idóneo para ello. ¿Realmente es tan urgente lo que acontece que debo abandonar TODO lo que estaba haciendo para centrarme ahora en ello?
Hoy en el blog os hablamos del “síndrome” de la inmediatez. Todo pasa rápido y todo lo queremos ya. Es realmente difícil estar realizando una tarea y que no aparezca una de nueva: un WhatsApp, un nuevo email, un pensamiento que me recuerda que me había olvidado algo que tenía que hacer… Todos estos nuevos inputs que surgen provocan que mi foco de atención se vea dispersado hacia una nueva tarea.
En el momento en que dejo algo a medias para comenzar con lo nuevo hay que tener presente estas cuestiones:
- Lo que dejo de hacer, queda inacabado. Por tanto, más tarde o más temprano tendré que ponerme con ello.
- Cuando inicio una nueva tarea, requiere de un tiempo y una energía para situarme y poder entonces comenzar a desarrollarla.
- Este tiempo y energía en la nueva tarea tengo que volver a invertirlo para la tarea que había interrumpido y aplazado.
Con ello, se provoca que internamente el cerebro tenga que ir saltando sin orden alguno. Imagínate que tocan el interfono y provoca con ello que salga directamente disparado para abrir. ¿Por qué no preguntar antes quién es para ver si lo dejo pasar?
El actuar desde el “síndrome” de la inmediatez supone entrar en lo que denomino modo robot. Y dirás, ¿y eso qué es? Supone actuar con el piloto automático. Hay que hacer n tareas y hago como buen robot en modo paralelo; las n tareas prácticamente a la vez. Sin embargo, afortunadamente somos humanos, con un conjunto de emociones para poder disfrutar de la vida más allá del hacerlo TODO YA.
Vamos a ver a continuación cómo gestionar y facilitar nuestro día a día. A continuación, voy a exponerlo poniendo como contexto el entorno laboral. Sin embargo, bien verás que es extrapolable a todo:
- El día anterior anótate las tareas que tienes y quieres realizar mañana. Organízalo en horas y prioridades. Dentro de ellas, permite que haya un tiempo holgado y cómodo para ti entre una y otra tarea, para evitar así que tenga cabida el agobio y/o estrés. Por ejemplo, puedo creer que con cinco minutos tengo suficiente tiempo para escribir un email. Sin embargo, bien sé que en anteriores veces he necesitado más tiempo. Por tanto, me daré un tiempo holgado para escribirlo.
- Alertas. Algo que aplico en mi día a día y aconsejo es desactivar las alertas. De forma que, sea yo quien vaya consultando, por ejemplo, el móvil y el eMail y no al revés. Tranquilo, si algo se está quemando, te aseguro que te llamarán.
- Evita el modo robot / piloto automático. En el momento en que te entre una nueva urgencia, antes de hacerla, define realmente la prioridad dentro de tus tareas. ¿Es algo tan urgente que requiere pasar a ser la tarea número uno? ¿En qué orden la puedo situar para darle respuesta?
Estas son sencillas pautas que os animo a aplicar para conseguir no sólo reducir la inmediatez, sino también su primo hermano que muchas veces viene con él: el estrés, llegando a casos incluso como el insomnio.
Es más frecuente de lo que quisiera el encontrarme en sesiones individuales de terapia de gestión emocional con personas que viven el HACER para YA. Esa imposición nos provoca que nos distanciemos drásticamente de la comodidad, el disfrute y el bienestar, no sólo en nuestro entorno laboral, sino el yo como ser y como persona.
No hay nada tan urgente como TÚ, el resto te aseguro que tiene su encaje dentro del puzle del día a día. ¿Te animas a juntar las piezas?
Mónica Larruy Carrete – Octubre 2018
Dejar un comentario