En el artículo de hoy vamos a hablar sobre un tema bien conocido por todos. El temible enemigo llamada ESTRÉS. Veremos con detenimiento las hormonas y neurotransmisores involucrados en el estrés y sus efectos tanto en el cuerpo como en la mente.
Frecuentemente en consulta me encuentro que independientemente del sector en el que trabaje la persona, en un alto porcentaje está muy presente el estrés. Dando lugar a diversas sintomatologías: insomnio, fatiga, malas digestiones, migrañas, etc. Todo y que los síntomas son muy diversos generalmente está como ingrediente de fondo el estrés.
Antes de entrar en detalle, me gustaría comentarte los componentes que entran en acción en la química de nuestro cuerpo ante situaciones de estrés:
– Cortisol. Es una de las principales hormonas involucradas en el estrés con múltiples efectos en nuestro organismo. Es una hormona esteroide generada por la glándula suprarrenal. Ésta se segrega en situaciones de estrés. Su función principal es aumentar la glucemia en la sangre. De forma que ante la amenaza que el cuerpo está viviendo, este azúcar permite generar suficiente energía para dar respuesta ante esa posible emergencia. A su vez, el cortisol genera también el aumento de la eliminación renal de agua (es por ello que cuando estamos nerviosos hay más tendencia a hacer pipí) y la inhibición de la respuesta inmunitaria. Esta inhibición ante un estrés mantenido puede dar lugar a una leve inmunodepresión. Pudiendo llegar a generar: problemas de coagulación en sangre, más procesos infecciosos oportunistas, reaparición de enfermedades autoimunes e inflamatorias, etc.
– Serotonina. Es una de las hormonas consideradas como antidepresivo natural, popularmente conocida como la hormona de la felicidad. Esta hormona en unión con la endorfina, inhiben las fibras nerviosas que transmiten el dolor y tienen un efecto de analgesia y sedación. Junto a la dopamina, es la que modula el placer. Y con la oxitocina, la hormona del amor, genera sentimientos de amor, altruismo y tranquilidad. Responsable también de la dilatación del cuello del útero.
En el momento en que se vive en un estrés mantenido, el cerebro comenzará a reducir la producción de alguna de estas sustancias. Ello provoca que el estado de ánimo pase a ser más de irritabilidad, hastío, etc.
– Acetilcolina. Es un neurotransmisor responsable de la transmisión de los impulsos nerviosos. Por lo que ante el estrés, se verá afectado para reducir la respiración y los latidos del corazón.
– Adrenalina. Es una hormona con funciones de neurotransmisor producida en las glándulas suprarrenales y en algunas áreas del sistema nervioso central. Una de sus funciones es cambiar la actividad de, por ejemplo, el corazón. Y su función principal será prepararnos para la huida ante una amenaza. Para ello, disminuirá, entre otras funciones, el flujo sanguíneo hacia el intestino para redirigirlo hacia los músculos necesarios para realizar el movimiento de esa posible huida.
– Noradrenalina. Este neurotransmisor está involucrado en el estrés. De sus funciones principales destacan un aumento en la atención de vigilancia y mejora la capacidad de reacción ante posibles acontecimientos peligrosos.
Tal como puedes observar son muchos los detonantes internos que llevarán a nuestro cuerpo hacia una respuesta anímica y física muy diferente en función de cómo se gestione el estrés. Pues, un punto muy importante detonante del estrés es la manera en cómo nos tomamos / vivimos las diversas vivencias / situaciones que suceden.
¿Esto qué significa? Yo puedo tener mucho volumen de trabajo o puedo estar pasando por un mal momento, sin embargo el propulsor que dará pie a que se encienda un estado u otro será la intensidad en cómo permito vivirlo. Este estado será el que alertará a los componentes químicos que hemos visto avisando de que estoy viviendo una situación crítica de amenaza / alerta. Y como tal, nuestro organismo interpreta que tiene que huir o entrar en lucha.
¿Por qué sucede? Estamos proporcionando a nuestro organismo, de una manera más o menos consciente, la información de que tengo un tigre detrás de mí y cómo vía de escape le estoy diciendo que tengo que correr si quiero seguir viviendo. Sin embargo, ¿verdad que no es posible estar corriendo infinitos kilómetros? Pues igual sucede con nuestro organismo, no puede estar manteniendo esa constante respuesta ante la amenaza vivida a partir del estrés. No tiene capacidad para ello pues hay funciones que se inhibirán y cómo veíamos se reflejará en el estado anímico y también el estado físico de salud.
Si todo el foco de atención de lo que acontece se centra únicamente en un determinado punto, va ser un modo bucle que va a desgastar a niveles bárbaros. Por otro lado, si aun así no se entra en modo bucle, la intensidad es tan alta que hasta uno se puede sentir ahogado, es una clara señal que está manifestando que se debe rebajar ese ritmo, intensidad y manera de sentirlo.
Obviamente, podemos tener picos de estrés pero éstos distan mucho de vivir constantemente en niveles altos de estrés que se van manteniendo en el tiempo. Y será ante este estrés prolongado donde puedan aparecer diversas y variopintas sintomatologías.
Con este artículo me gustaría que vieras la necesidad de rebajar ritmos y vivir / interpretar la vivencia que estás teniendo sin altas intensidades, para así poder llevar de una manera cómoda y fluida esas posibles situaciones de estrés que puedan surgir.
Para ayudarte en ello te recordamos nuestro servicio terapéutico integrativo, dónde te brindaremos herramientas y pautas para que puedas aplicarlas en tu día a día. Así como el trabajo manual de tu organismo, desde diversas terapias, para dar la respuesta más idónea hacia la recuperación y mantenimiento de tu íntegro bienestar. También te dejamos este vídeo que espero sea de ayuda.
Mónica Larruy Carrete – Junio 2020
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