Por poco que hayas ido leyendo los artículos o me hayas escuchado en los vídeos de las cápsulas de salud de YouTube, bien sabrás la importancia que le doy siempre a lo fácil. Hoy veremos cómo cuando las cosas resultan fáciles y fluyen perduran a lo largo del tiempo, sin frustraciones, sin molestias. Simplemente, ¡haciéndolo fácil!
Puedo partir de la idea de querer que las cosas se den de una determinada manera. Puedo elucubrar 50001 opciones diferentes ante una cierta problemática que estoy viviendo. Puedo querer implantar nuevos propósitos para mi día a día, etc. Todo ello, no tendrá ningún valor si no lo haces fácil. Así que hoy os explicaré algunos consejos para hacer vuestra vida más fácil.
¿Cómo puedo hacer fácil mi día a día?
- Ante las problemáticas que pueda vivir, evitar “pre-ocuparme”:
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos vivido o vivimos situaciones que nos sacan un poco de nuestras casillas, que no nos gustan por ser ciertamente incómodas ya que suponen cambios. Y los cambios, generalmente no son bien aceptados. Sino que se prefiere, “lo malo conocido a lo bueno por conocer”. Porque sencillamente, esto por muy malo que sea, lo conozco y sé cómo desenvolverme en ello. Sin embargo, ante algo nuevo y desconocido… ¡¡Horror!! ¿Qué hago? ¿Y si no me gusta? ¿Y si resulta que no es lo que quiero? …
Se empiezan a disparar todo un conjunto de preguntas, de incertezas, ciertos miedos, que lo
que hacen es francamente desgastar y ahogar. Por mucho que tuviéramos una bola de
adivinar el futuro, lo cierto es que nadie sabrá nunca lo que va a pasar.
Ahora bien, hay una gran diferencia entre vivir conforme se vaya dando a ir avanzando mis
pensamientos más allá de mi momento actual. Pues yo camino paso a paso sobre el suelo del
presente, pero mi mente vuela más allá de ese momento. Pensando ante situaciones que
todavía no han acontecido, “pre-ocupándome” (ocupándome antes de tiempo) de lo que
pueda suceder.
Por tanto, no quiero decirte que ahora TODO te resulte indiferente. Al contrario.
Lo que tenga que venir vendrá, y seguramente tendrá una solución mucho más sencilla de lo
que te podrías imaginar. Por tanto, vivamos en el momento presente, ocupándonos.
- Si lo que hago no es cómodo para mí, es una clara señal de que hay que cambiar la dirección:
Muchas veces nos empeñamos en que algo se dé de una determinada manera, porque pienso
que es la mejor opción posible. Sin embargo, en ese momento me establezco en la “visión
borrico”: no ver nada más que aquello que he pensado, no hay nada más que ello. Esto supone
que pueda generarse mucho pesar en mi interior por no lograr aquello que había pensado.
Despertando así a la frustración, a la rabia, y otro tipo de emociones negativas. Si, por el
contrario, en el momento en que vea que ante aquella dirección que creía que podía ser la
mejor veo que no me es cómoda, que no me está aportando la sensación deseada, es una clara
señal para cambiar de rumbo. Y es que, ¿qué problema supone cambiar de dirección? ¿Es
acaso un error? ¡En absoluto! Es una abertura a una visión que me lleva a explorar nuevas
posibilidades, nuevos caminos. Te aseguro, que te será más sencillo de transitar por ellos si
permites esa abertura de tu visión. Para llevar a cabo esta abertura, te será necesario parar.
Evita dejarte llevar por el bucle sin fin. Sin parar, no hay observación. Y sin observación, rara vez
se consigue que sea fácil.
- Observación:
Precisamente este último punto que te comentaba anteriormente quiero comentarte:
observar. A partir de la observación extraemos grandes respuestas. Una observación que no
parte de ver lo que me rodea, que no trata de dar respuesta a lo que me piden afuera o
cumplir con unas exigencias externas. ¡No! Se trata de observarte, de escucharte. A partir de
ahí, podrás nutrirte y sólo nutriéndote conseguirás que todo te sea más sencillo.
Yo puedo querer cumplir con el deseo de dar respuesta a todas las demandas que me llegan, el
querer ayudar a todo aquel que se cruza en mi camino. Sin embargo, difícilmente voy a poder
atender estas demandas si antes no me he atendido a mí. ¡Pero si yo puedo con todo! Seguro
que en alguna ocasión esta idea ha pasado por tu cabeza (de forma más o menos consciente).
¿Y que ha pasado por querer abarcarlo todo descuidándote de ti? Que tarde o temprano tu
cuerpo te ha reclamado su merecida atención, para que te escuchas y pudieras dedicar un
tiempo para ti. Obsérvate y sólo entonces podrás mirar y comprender el entorno que te vuelve.
Lleva esa observación hacia tu interior. La brújula de tu corazón conoce direcciones
que tu mente desconoce 😉
- Establecer los cambios que deseo a mi ritmo:
Sólo yo sé qué ritmos son los idóneos para mi cuerpo. Que ritmos son los que me permite que
lleve una rutina con los cambios deseados sin que me suponga un trastoque. Busca que te sea
fluido, que no suponga grandes desbarajustes en tu día a día. Por ejemplo:
– ¡Quiero empezar una nueva dieta! Esta muy bien la pechuguita de pollo a la plancha
con sus judías verdes. Pero te aseguro que eso a lo largo del tiempo, difícilmente lo vas a mantener, porque no te es cómodo en tu día a día.
– Quiero dedicar una hora al día a hacer Chi Kung o algún tipo de meditación. Si una hora te trastoca, ¿por qué no pruebas dedicarle unos minutos antes de empezar tu día o antes de ir a dormir o bien lo primero que hagas en tu día sean estos minutos para ti?
Busca que te sea cómodo y fácil.
En definitiva, todo aquello que te sea fácil, te va a permitir que lo disfrutes. Tanto tu vitalidad como estado anímico va a ser de total bienestar. Para alcanzar este bienestar es muy recomendable la terapia de gestión emocional, en ella descubrirás más pautas y ejercicios para que puedas aplicarlos en tu día a día.
Mónica Larruy Carrete- Enero
Dejar un comentario