Subidas y bajadas. Alegrías y penas. Satisfacción e insatisfacción… Una fina línea las separa. Tan fina que a veces no es perceptible a nuestros ojos. Ni siquiera se percibe como se ha podido saltar de un lado a otro tan fácilmente, en un simple cerrar y abrir los ojos. Esos ojos que verán que dónde están no les gusta o les gusta mucho. Bueno o malo. Difícilmente, se sitúa en un punto medio. En un color que une a ambos lados. El negro unido con el blanco, por ejemplo, para brindar el gris. Un gris muy diferente del rosa idealizado. Ese rosa que trae un sabor dulce y un olor francamente agradable. Ese rosa existe al igual que existe el gris, el blanco y el negro. Todos están integrados dentro de un abanico infinito de colores. ¿Cuántos colores existen? Hay matices de millones de colores… Tantos como se deseen. Tenemos infinitas opciones.
Ahora bien, ¿cuántos decido pintar? ¿No te resultaría aburrido vivir siempre en el mismo color, por ejemplo, en el rosa? Entendamos el rosa como esa felicidad perpetua, sin piedras en el camino ni cambios en la vida. El dulzor presente en todo. Te aseguro que, de ser posible, ¡te aburrirías de ello! Es como comer cada día lo mismo. Lo irías haciendo, pero llegaría el día que dirías: ¡ya no puedo más. Esto no me entra! Ok, pues a por otra comida. Así de fácil y sencillo.
Somos humanos y a veces es natural sentir esa insatisfacción. Y como tales, considero que está en nuestra condición prácticamente de serie el no valorar lo que se tiene, y el deseo de querer más, o aquello que no se tiene.. ¿No ocurre acaso así con nuestro bienestar, con nuestra salud?
- Cuando me encuentro mal deseo estar mejor. Porque cuando esté mejor volveré a ser quién era y siendo quién era = Solucionado. Nunca estamos satisfechos…
- O bien, me duele mucho el cuerpo. Consigo estar francamente bien y el foco reside en que aún no estoy del todo bien.
- Respecto al primer apartado, quién fui, soy y seré convergen en un mismo punto: TÚ. Gracias al que fuiste te has convertido en el ser que eres a día de hoy. Y lo que hagas construirá tu yo futuro. Sin embargo, lo pasado pasado está. No serás quién eras, ni serás quién eres. Habrá muchas partes comunes en ti entre una y otra versión de ti. Pero tu software (conformado por tus emociones) va actualizándose a partir de lo que vives y cómo lo vives. Y ello, te aseguro que es continúo. Por tanto, no esperes ser quién eras. Decide quién quieres ser HOY.
- Respecto al punto 2, “aún no estoy bien del todo…”. Definamos primero qué es TODO y definamos cómo estaba. ¿Cómo han sido tus avances? ¿Y con ellos, cómo ha respondido tu cuerpo? Observando aquí el recorrido del momento inicial en que se deciden aplicar cambios en uno, en el cuerpo, en gestionar las emociones, en mi día a día, hasta día de hoy. ¿Has avanzado? Seguramente no se habrá subido al Everest. Sin embargo, se ha hecho un gran camino. Puede haber sido más o menos duro como subir al Everest. Poco importa. Es TU camino, TUS avances.
¿Cómo liberarte de la insatisfacción?
Después de esta reflexión, me gustaría proporcionarte algunos trucos para afrontar la insatisfacción:
- Acéptate tal y como eres: No te compares con otros. Cada persona es única e inigualable. ¿Cómo? Enfócate en las virtudes que te definen como la persona que eres. Piensa en aquello que se te de bien o en aquellas cualidades que tengas. Te animo a que hagas una lista de todas tus virtudes y cualidades. Una lista que no será estática, sino que irá creciendo a medida que vayan pasando los días.
- No te impongas cosas que no deseas: Plantéate si aquello que tienes que hacer lo necesitas realmente, te gustaría hacerlo, o simplemente debes hacerlo. A veces nos imponemos hacer cosas sin antes parar y observar si realmente es ahora el momento para hacerlas. Puede que no sea ahora, sino mañana o en unas semanas. ¿Qué problema hay? Cuando pueda y quiera, entonces llévalo a cabo.
- Valora las pequeñas cosas: A veces se nos olvida todo aquello que tenemos. El tener una cama cómoda y caliente es un privilegio. O poder pasar un rato en familia, viajar, escuchar música. Mil cosas. Enfócate en el valor de las pequeñas cosas, aquellas pequeñas cosas que te hacen sentir bien y que despiertan el “gustirrinín” en tu interior. Aquellas que hacen vibrar tu corazón.
Expuesto todo lo anterior, vuelvo a plantearte:
¿Satisfacción o insatisfacción? ¿Penas o alegrías? ¿Subidas o bajadas? No busques categorizar tu día. Pues va a tener varios colores. Tu vida está compuesta de infinidad de colores. Y por fortuna, tenemos la opción de poder pintar y redibujar. Por tanto, hagámoslo fácil. Voy a pintar mi día. Que no me gusta!? Ok, pues a volver a pintar.
No es ningún fracaso. ¡¡Es el arte de la vida en tus manos!!
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