La familia: concepto y tipos de familia

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El título del artículo de hoy bien podría parecer una película siciliana, pero no van por ahí los tiros  ;P Pues tipos de familia tenemos muchos. Sin embargo, si te digo ¿qué es para ti la familia? Seguramente la primera respuesta que te aparezca sea: mi familia de sangre: padres, hermanos, hijos, tíos, primos, abuelos, etc.

Si bien es verdad que contamos con una familia de sangre, también contamos con otras familias cuyo vínculo se une a través del corazón. Aquella que todo y no ser parientes, seguramente los quieres tanto o más. Se trata de aquella familia que vamos eligiendo en la vida, aquella que según cómo nosotros vamos avanzando así los nuevos integrantes que se unen a ella. Son personas muy próximas, en las cuales siempre podemos apoyarnos. Aquellos a los que casi casi no hace falta ni hablar, que ya saben perfectamente cómo estamos. Y es que hay muchos tipos de familia, unas más o menos bien avenidas, unas más o menos próximas, unas más o menos escogidas…

Tome una forma u otra, seguro que has experimentado la riqueza y el amor que te aporta la familia, la de sangre o no sangre. Pues muchas veces nos centramos en pensar que el arquetipo de familia debería ser uno determinado, que por nuestras propias vivencias consideramos que es el que debe ser, sin embargo, no siempre toma la forma que puede ser la “norma” o “habitual”.

Aquí algunos ejemplos:

– En la familia todos los miembros han de llevarse bien entre ellos

¿Sí? Que sea lo que nos gustaría, no quita que la realidad sea bien diferente. Sino para muestra, observa tu entorno. ¿Verdad que no tienes el mismo feeling o grado de comprensión con una persona que con otra? ¿Verdad que hay personas con las que te tirarías horas e incluso días hablando, y otras que ni te apetece hablar con ellas? ¡Lo mismo sucede en la familia! Y es que cada uno, tiene una visión propia y única de la realidad, de la vida. Por tanto, no es de extrañar que no siempre haya entendimiento. Por tanto, ¿por qué forzar a que haya malestar? ¿Por qué no buscar la comprensión desde el respeto? Es decir, partiendo de que cada uno va a ver las cosas de una manera, procurar ponerse las gafas de la otra persona, sin juicios.

¿Cómo hacerlo? Obviamente no es tarea simple el ponerse en el lugar del otro. Y es que sólo poniéndose en los zapatos de otro podemos llegar a comprender mínimamente cómo ha sido su camino de vida, podemos tener una ligera idea, pero difícilmente vamos a vivir lo que aquella persona haya podido vivir.

Un claro ejemplo de esto: ¿por qué no me dice te quiero o me da un abrazo o me demuestra su cariño, su amor? ¡Cuántas veces sucede que en la familia cuesta el decirse un te quiero o el darse un achuchón! Si lo miramos desde la perspectiva actual, en los colegios recién hay algunos que están educando con la visión de la gestión e inteligencia emocional, términos bien desconocidos, al menos cuando estaba yo en el colegio. En la época de nuestros padres o abuelos, de forma genérica, se pensaba que había otras prioridades, y es que no hace tantos años que se vivió una guerra civil. Con ello quiero mostrarte que si bien a uno le puede salir natural el dar y mostrar ese cariño hacia el otro, para otra persona puede ser lo más antinatural posible. Si esa persona no recibió ese cariño, si de alguna manera no fue amada, cómo podemos pretender que de un día para otro nos “de” ese amor. Algo que no fue dado y por tanto no formó parte de uno, ¿cómo puede ofrecerlo hacia otro? De un inicio, no se puede. Ya que se ha formado una coraza caracterológica que le ha conformado como la persona que es. No por ello significa que esa persona no pueda cambiar, pero debe desear el experimentar y llevar a cabo esos cambios.

Una propuesta que aquí os lanzo es que, con esas personas que queréis y qué creéis que nunca os han dado el amor / la estima “que merecíais”, abriros a ellas y experimentar el darles un achuchón, el conocer cómo fue su infancia, si os nace decirles vosotros un te quiero… Todo ello, serán semillas que os unirán, y que en más o menos tiempo brotarán.

– La familia ha de estar bien próxima

Antiguamente la familia como tal vivía en tribus, se ayudaban los unos a los otros. Unos se dedicaban a la caza, otros al cuidado y enseñanza de los más pequeños, otros a cultivar y recoger alimentos. En la actualidad, estas tribus están frecuentemente a distancia o ha desaparecido el concepto de tributo como tal.

Hay un componente que ha perdurado y confío y deseo perdure hasta el infinito, y es el apoyarse los unos a los otros. Sabiendo que seguramente no tengo todo lo que necesite del otro, pero si puedo hacer todo lo que esté en mis manos por ayudarle cuando sea necesario. Es estar ahí en las duras y en las maduras.

El anhelo de muchos, y ahí me incluyo, es el tener a esa familia bien y bien cerquita. Sin embargo, los rumbos de la vida frecuentemente llevan a que vivan incluso en puntos distantes haciendo que se dificulte el verse cada día.

Personalmente, el hecho de no contar con, por ejemplo, mis padres bien cerca es en ciertos momentos un gran pesar, ya que lleva a que no puedas ayudar y estar todo lo que te gustaría. Sin embargo, una cosa he aprendido en estos años, y es que tanto o más valioso es la calidad de ese tiempo compartido y no la cantidad. Podríamos tener todo el tiempo del mundo para estar juntos y no disfrutar de ello, incluso quejarnos el uno del otro. Podemos tener menos tiempo para estar juntos, pero hacer que sea pleno el disfrute de compartirlo.

El hecho de que deseemos que la forma sea una determinada que no nos cierre las puertas a otras posibilidades. Y es que, no es más rico quien más tiene sino aquel que es rico de corazón. Para nutrir el corazón, no se mide por más o menos tiempo juntos, sino por lo que se vive compartiendo, apoyándose y amándose. Y eso, creo que bien sabes cómo funciona  😉

– Nutrición permanente

Comencé el artículo mencionando que también existe la familia que vamos eligiendo en nuestro camino: aquellos amigos, aquella pareja,… Todo ello abre el abanico a otras nuevas conexiones que si bien no comparten ADN comparten algo esencial y vital, y es la conexión de corazón a corazón. ¿Verdad que reconoces perfectamente esas uniones? Dedícate a nutrirlas día a día, o en la frecuencia que te sea posible. Pues te nutrirás a ti, y nutrirás esa bella unión.

Pensamos frecuentemente que no quedo tanto con esa persona como me gustaría, que no llamo tanto como quisiera, que no voy todo lo que querría… No te lamentes por el no poder, y haz por poder. Reitero, no es tanto cuánto, sino el que haya nutrición. ¡Encuentra tu manera! Siéntete cómoda y agradable.

Hoy hemos visto algunas ideas muy presentes sobre el cómo debe ser una familia. Ya ves que lo importante no es tanto la forma de cómo debería ser tu familia y no es, sino cómo puedes hacer para compartir y disfrutar juntos. ¡Date tiempo y darás tiempo también a esos seres que tanto quieres!

Familia: donde la vida comienza… Y el amor nunca termina.

Desde El camino de Tanit nos preocupamos por la familia, y es por ello que ofrecemos un servicio terapéutico tanto para bien pequeñines como para los más mayores.

Mónica Larruy Carrete – Mayo 2019

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