Frecuentemente nos encontramos comenzando el día o la semana, revisando todo aquello que tenemos que hacer, y entonces vemos que será imposible hacer todo lo que nos habíamos propuesto. Cuando hay tanto qué hacer… ¿por dónde empieza uno?
Querer cumplir con todo, ya sea en el trabajo, o en nuestro tiempo libre donde queremos exprimirlo “al máximo”, hace que la gestión del tiempo de uno se convierta en una gran montaña, casi tanto o más alta que el Everest.
En el artículo de hoy no vamos a hacer magia y que desaparezca todo lo que tienes y/o quieres hacer, pero sí que vamos a ver cómo hacer para que aquello que parece imposible se convierta en posible.
Iremos viendo cómo con las herramientas adecuadas la gestión del tiempo es posible. A continuación, desvelamos qué ingredientes son necesarios para convertir el imposible en posible:
- Orden y claridad:
Por mucho que tengas que hacer, te aconsejo encarecidamente que lo vuelques de tu mente a un trozo de papel, o a las notas del móvil. De forma que, toda posible duda de “que no me olvide que sino…”, “no sé si me voy a acordar…” desaparezcan y podamos dejar ese espacio vacío para la claridad. A su vez, desde nuestro cerebro pudiera parecer que hay 1000 cosas por hacer, sin embargo te sorprenderá como al volcarlas, este número disminuirá drásticamente.
Te recomiendo pongas orden a todas esas cosas por hacer. Qué lo pongas por escrito. Pon orden de forma que te de una visión global de lo que tienes/quieres hacer y a partir de ahí puedas irlo desglosando en tiempos acordes. A nivel mental, el orden te aportará sosiego. El desorden te aportará agitación y con ello te conllevará a un alto grado de cansancio. De forma que llegada la tarde pueden manifestarse dolores de cabeza, agotamiento, sueño, etc.
- No existe la inmediatez
Esta frase debería casi casi convertirse en un mantra. Pues nos empeñamos en que esté todo resuelto y hecho para YA. ¿Desde cuándo construir una casa se hizo en un YA? ¿Desde cuando un viaje (independientemente del transporte escogido) se hizo en un YA? ¿Desde cuando una comida rica de chup chup se hizo en un YA? Todo, absolutamente TODO REQUIERE SU TIEMPO.
Más o menos tiempo, pero al fin y al cabo formarán un volumen de tiempo de nuestra vida. Por tanto, partamos erradicando la idea de que se va a hacer YA. Pues tendremos que invertir minutos, horas, o quizás días, como en todo. Un tiempo en el que si comienzas con la idea de que sea YA, te va a generar un alto nivel de estrés, conllevando a una posible acción o respuesta no idónea, teniendo incluso que volverlo a hacer con la consecuente frustración/rabia por no haberlo hecho como se debiera a la primera. Y logrando que nuestro cuerpo tenga el CORTISOL por las nubes y esté a tope de estrés!
Antes de iniciar una tarea/actividad, incluso antes de comenzar tu día a día, tatúate mentalmente que no va a ser inmediato y que necesitas un rato para ello. Permítete tomar el tiempo necesario.
- Ser rápido no implica vivir con prisas
Confundimos frecuentemente el ser rápido con ir con prisas. Y son dos aspectos muy diferentes. Nosotros podemos ir haciendo a un ritmo que sea cómodo (bien sabes que lo repito frecuentemente en los artículos) y en momentos que sean necesarios puede ser que haya que dar una respuesta rápida, que no por ello es ir corriendo como pollo sin cabeza, lo cual sería ir con prisas. Viviremos alguna situación que pueda ser de emergencia, es entonces cuando se debe dar una respuesta rápida. ¡Pero no todas nuestras vivencias son ni mucho menos de emergencia! Ello supone que el nivel de alerta no esté a tope constantemente provocando síntomas tales como: insomnio, ansiedad, mal humor/irritabilidad, migrañas, fatiga ocular, tensión mandibular,
contracturas, y un larguísimo etcétera. Muchos de ellos consecuencia de cómo estamos viviendo el día a día. Si se considera que siempre hay un tigre acechando, siempre va a haber que estar corriendo (prisas) y con ello difícilmente la respuesta va a ser óptima, ya no hacia los demás sino hacia ti mismo.Te animo a que observes cómo te sientes el día que puedes ir gestionando con comodidad tu día, reduciendo este nivel de alerta y cómo te sientes físicamente el día en que te dejas llevar por el ritmo frenético interno y mental. Verás la gran diferencia en tu bienestar entre uno y otro.
- Dar réplica a nuestra mente:
No sabéis cuántas veces me encuentro en consulta con esto: “Mónica, no puedo dormir.” A lo cual respondo, ¿cómo te despiertas? ¿Cómo te sientes en ese momento? ¿En qué piensas? En un altísimo porcentaje la respuesta a estas preguntas es: con agitación/nervios. Pienso en el trabajo, lo que tengo que hacer, que no me sonará el despertador… Pensamientos que provocan que continuemos con el cortisol elevado, y con ello, el sistema nervioso simpático viviendo en una constante amenaza por lo que pueda suceder, para poder así dar una rápida respuesta. Ante situaciones de este estilo como otras, en las que te encuentres en tu día a día en las que tu mente te lleve por el camino de la ansiedad, agitación, angustia, etc. es muy importante que le des réplica a tu mente. Se trata de ver más allá de lo que dice la mente, ver la realidad. Por ejemplo, ante el caso del insomnio que os comentaba en que uno se puede despertar pensando en lo que hay que hacer:
La cabecita sino se le da orden contraria va a ir con el piloto automático de las 1000rpm. Por ello, es necesario tomar conciencia, en este caso:
- ¿dónde se está? en la cama.
- ¿qué puedo hacer? Desde aquí, no puedo trabajar con el PC, no puedo ir a comprar … ¡No se puede más que descansar!
- Por tanto, dar la orden a nivel mental para que seáis consciente que no se puede hacer más que dormir para descansar.
Insisto, ante el run run mental de 50.000 cosas ve más allá de lo que la mente está diciendo, dale la réplica necesaria para tener una clara comprensión de la situación que se está viviendo. Vendría a ser cómo no ver sólo la cruz de la moneda, sino ver también la cara de ésta.
Dejar un comentario