La empatía es el bello arte de poder ponernos en el lugar de la otra persona, percibiendo como esa persona está viviendo un determinado suceso. La empatía no significa que tengamos que determinar lo que una persona debe o no hacer. Si no, a partir de lo que nos transmite y lo que sentimos de ella, poder acompañarla de la mejor de nuestras maneras. En eso consiste la empatía.
Implica ser capaces de situarnos en su lugar y comprender el momento que está viviendo o incluso como está en este momento. Es una sensación que para mí que vivo en una gran ciudad como es Barcelona, personalmente considero que cada vez está más olvidada. Observo situaciones del día a día en las que me pregunto: ¿cómo es posible?, ¿tal es la desconexión que existe entre nosotros?
Ante situaciones tan sencillas como las siguientes, ¿por qué no actuar?
- El hecho de ver que alguien anda perdido buscando una calle. ¿Porque no acudir a su ayuda, indicándole las instrucciones para llegar aunque sea con San Google?
- Ante un empujón, ¿por qué responder desde la rabia? ¿Porque no ver a esa persona? Y ver que a lo mejor íbamos los dos distraídos y quizás no era más que una señal de decir: ¡VUELVE!
- Ante la situación de una persona que va con muletas o una mujer embarazada, ¿por qué no cederles el asiento?
- Ante un niño o un adulto que se está riendo ya sea en la calle, en un bar, o en el metro, ¿por qué no contagiarse de esa alegría?
- ¿Por qué se juzga a una persona sin tan siquiera conocerla?
¿Dónde queda aquí la empatía?
Como veis se dan situaciones en el día a día para vivir la empatía de una manera sumamente grata. ¿Qué ocurriría si todos en un pequeño instante de tiempo sonreímos y nos sentimos a gusto viendo ese sentimiento en otro igual como yo? ¿Qué ocurriría si ese sentimiento se fuese transmitiendo de unos a otros? ¿No estaríamos acaso todos a gusto? ¿No veríamos a la otra persona con facilidad como yo?
Evidentemente, hay situaciones en la vida que no son tan gratas como la risa. Sin embargo, si se vive desde la empatía de brindar el mejor acompañamiento a la otra persona, bien descubrirás bellas lecciones de vida para ti con una comprensión que no se te daría de otra manera.
Y es que todos somos el reflejo del otro. Aquello que me genera mal de la otra persona, observemos si realmente no es algo que me molesta en mí. Aquello que me genera tanto gustirrinín al ver a otro, de bien seguro está en mí, pues sino no lo podría reconocer.
Por otro lado, en mi caso soy ciertamente empática. Quizás hasta demasiado. Y es que, si os cuento que viendo series o películas donde se haga alguna operación y se vea sangre, tripas y demás, de bien os digo que me cogen todos los males, tengo que apartar la vista porque es como si me lo estuviesen haciendo a mí. Y ya el típico gag de risa – que aún nunca le he encontrado la gracia – donde alguien se cae y se hace mal… ¡Uuuuffff, me duele tanto!
Sin embargo, esta empatía que algunos tachan de hipersensibilidad, he aprendido de ella, con el tiempo, a que se convierta en uno de mis mayores aliados. Gracias a ella puedo sentir emociones que de otra manera no serían posible. Sentir una emoción que llegue a embriagar al corazón, me permite tener una comprensión de mi entorno que me aporta muchísimo conocimiento para aplicarlo en mí día a día, …
Por tanto, si eres de esas personas sensibles, alégrate por ello. Tienes la oportunidad de emocionarte, de vivir tus sentimientos de forma muy profunda. Y si lo gestionas idóneamente, te aportará un auténtico regalo para ti, para tu corazón. A la vez, que muchísima comprensión hacia ti. Os animo en el día de hoy o mañana, a poneros a sentir desde la comprensión a las personas con las que os vayáis cruzando, sin juicios ni condiciones. ¿Qué te desprenden? ¿Cómo te sientes?
Para ayudarte en la gestión de tus emociones en tu día a día te ofrecemos las clases de Chi Kung: un espacio de calma y de escucha interna, para estar contigo y con el grupo. Lugar en el que cada uno tiene su espacio, viendo que no hay arriba o abajo, sino un progreso para todos juntos favoreciendo el bienestar.
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